- Picio, el granadino que pasó a la historia por ser el feo por antonomasia
- Este dicho tiene doscientos años de antigüedad y sienta sus bases en la provincia de Granada
- La Trágica Condena de Picio:
- Transformación Trágica:
- El Estigma de la Fealdad:
- El Rechazo Religioso y la Coletilla Andaluza:
- El Legado en la Historia y en la RAE:
- Reflexión sobre la Fealdad:
- Y llegó al refranero español:
Picio, el granadino que pasó a la historia por ser el feo por antonomasia
La cultura popular española es rica en narrativas que celebran la independencia de Juan Palomo, la abnegación de Rita y los prodigios de la Bernarda. Sin embargo, también se encuentra en ella la capacidad de ser implacable con figuras como Abundio, Perico y Calleja. En este variado panorama de historias, emerge la intrigante figura de Picio, un personaje real que experimentó una existencia tan dura como sugiere el dicho.
Este dicho tiene doscientos años de antigüedad y sienta sus bases en la provincia de Granada
En el siglo XIX, Picio, al parecer, ejercía el oficio de zapatero en Alhendín, un pintoresco pueblo granadino. Este dicho, con dos siglos de antigüedad, arraiga sus fundamentos en la provincia de Granada. Alhedín, el lugar de nacimiento de Picio, se convierte así en la escala, la referencia para medir la fealdad.
La Trágica Condena de Picio:
El infortunio golpeó a Picio cuando fue condenado a muerte por acciones delictivas. En una riña de taberna, una tragedia se desató con un fatídico navajazo que acabó con la vida de un hombre. Francisco, conocido como Picio, cargó con la culpa. Aunque la sentencia fue la muerte, la fealdad no llegó con el castigo, sino con la liberación.
Transformación Trágica:
La fortuna sonrió a Picio cuando fue indultado por la demostración de su inocencia. Sin embargo, la noticia positiva y la excitación resultante provocaron una metamorfosis en su rostro, convirtiéndolo en el epítome de la fealdad. Perdió cabello, pestañas y cejas, adquiriendo un rictus extraño y bultos deformantes en la cara.
El Estigma de la Fealdad:
El cambio en su apariencia se convirtió en la verdadera condena para Picio. Aunque aparentemente menos severa que la pena de muerte, esta transformación marcó su vida. Incapaz de soportar el desprecio y las miradas crueles, Picio se mudó repetidamente de pueblo. Su retorno a Granada no puso fin a su sufrimiento, y su intento de esconderse en Lanjarón y la capital, Granada, culminó con su muerte en condiciones precarias.
El Rechazo Religioso y la Coletilla Andaluza:
El intento de Picio de buscar consuelo en la confesión fue rechazado por un cura que no podía acercarse lo suficiente para escucharle. Los andaluces, en su peculiaridad, agregaron a la expresión conocida una coletilla: “Más feo que Picio…, a quien le dieron la extremaunción con caña, por el susto que tenía el cura al verlo”.
El Legado en la Historia y en la RAE:
Pasar a la historia puede lograrse de diversas maneras, y Picio encontró su lugar a principios del siglo XIX al convertirse en la personificación del feo extremo en una obra de teatro exitosa. La popularización del dicho “más feo que Picio” lo catapultó a la Real Academia Española, asegurando su lugar en la historia lingüística del país.
Reflexión sobre la Fealdad:
Picio, feo por autonomasia, se convirtió en el referente de la fealdad. Más allá de ser un dicho popular, su existencia real revela la tragedia de cómo su rostro fue desfigurado y alcanzó esa fealdad que lo inmortalizó en la cultura española.
Y llegó al refranero español:
El refranero español, siempre rico en expresiones populares, ha dotado de significado a la palabra “Picio” como un adjetivo que describe a una persona excesivamente fea. La historia de Picio es un recordatorio de cómo las narrativas populares pueden perdurar, incluso cuando están teñidas de tragedia y transformación.
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