Los secretos “futbolisticos” de la Plaza Nueva

Sevilla revela sus secretos con generosidad, pero requiere observadores atentos y conocedores de sus escondites para desvelar algunos de los tesoros más intrigantes.

La Plaza Nueva alberga no solo el Ayuntamiento de Sevilla, uno de los pilares de la administración local, sino también, sorprendentemente, en el suelo bajo nuestros pies, donde rara vez dirigimos nuestra mirada, se encuentran algunos de los detalles más fascinantes.

Seguramente, cuántas veces habremos caminado por la Plaza Nueva sin prestar atención a las coloridas losas de cerámica que la embellecen. Lo más intrigante es que cada una de estas losas presenta un diseño único, que va desde un balón de fútbol o el escudo del Betis hasta una copa o un pez.

Este es un ejemplar destacado de las losas que el Ayuntamiento de Sevilla decidió incorporar al pavimento de la Plaza Nueva a finales de la década de 1930.

La leyenda narra que durante la construcción del pavimento, uno de los trabajadores, inspirado por su lealtad a su equipo, creó el diseño de una de las losas empedradas con el escudo verdiblanco. Cuando el supervisor del proyecto, ferviente seguidor de los colores blanquirrojos, se enteró de esto, inmediatamente exigió que se confeccionara otra losa con el escudo sevillista.

Quizás solo unos cuantos habitantes de Sevilla y apasionados seguidores del Sevilla Fútbol Club y del Real Betis Balompié conozcan el secreto que se oculta en la Plaza de San Fernando, casi a los pies de la estatua ecuestre del conquistador de la ciudad. En un exquisito trabajo de mosaico lusitano, los escudos de sus equipos están allí, uno justo en frente (el del Betis) y el otro detrás de la estatua (el del Sevilla). Estas representaciones son un claro testimonio de la arraigada importancia que los equipos de fútbol tienen en la ciudad desde hace décadas.

Los escudos de los equipos de fútbol más prominentes de la ciudad, el Sevilla FC y el Real Betis Balompié, se encuentran integrados en el suelo de la plaza. Están representados como pequeños mosaicos confeccionados con chinas grises y negras, siguiendo la estética portuguesa, incrustados en el pavimento de la Plaza de San Fernando, que es el corazón de la ciudad.

En la década de los años 30, un hábil albañil decidió honrar al Real Betis Balompié al colocar su escudo en la plaza. Este gesto fue un tributo al club por su histórica victoria en la temporada 1934-1935, cuando ganaron su primera Liga. Algunos especulan que, al datar de la época de la Segunda República, el escudo carece de una corona, aunque como descubriremos más adelante, esto no es la razón. Sin embargo, el escudo exhibe con orgullo sus características barras y un rombo en la parte superior, donde solían estar las iniciales del equipo, aunque en la Plaza Nueva estas se ubican por separado.

Parece ser un símbolo, una prueba más de que si el fervor de la afición bética late en lo más profundo de sus corazones, la ciudad debe llevar su escudo tallado en la piedra, conectándose con la autenticidad que emana de sus edificios, plazas y calles. Porque la pasión de los seguidores del Real Betis Balompié representa la esencia misma de lo genuinamente sevillano.

Curiosamente, se rumorea que uno de los constructores de la plaza, cuando esta fue recientemente restaurada y embellecida bajo la dirección del teniente de alcalde, don Manuel Grosso Valcárcel, era un fiel seguidor del Betis.

El maestro albañil, Don Sebastián López Moreno, decidido y valiente, esculpió personalmente el escudo del Real Betis Balompié en la Plaza Nueva con chinas. Treinta y siete años después, se le ve posando con una sonrisa llena de orgullo junto a su creación. No hace falta decir cuáles son sus inclinaciones futbolísticas.

Don Salvador López Moreno compartió en una entrevista la siguiente anécdota:

“La fecha exacta se sitúa entre los años 1943 y 1944, cuando estaba trabajando en la pavimentación del terreno. El contratista a cargo de esa obra era don Luciano Rosch Ibáñez, y el supervisor era Antonio Humanes, quien también tenía su nombre grabado en chinitas detrás del caballo, en un cuadro similar al del Escudo del Betis.

Cuando el mencionado señor se enteró de que yo había comenzado a trabajar en el escudo y lo vio, me ordenó que lo eliminara. A pesar de ello, decidí hacerlo lo más rápido posible, lo que resultó en que no tuviera tiempo de añadirle la corona ni las dos “Bes” que suelen aparecer en el centro. Por lo tanto, las teorías que sugieren que la falta de la corona se debía a la supuesta República u otras razones no tienen fundamento, según lo narrado por su creador”.

Sin embargo, entre los numerosos y discretos tesoros que se esconden en el casco antiguo de la ciudad andaluza, hay uno que seguramente hará sonreír a los seguidores del Sevilla Fútbol Club: su escudo también adorna la Plaza Nueva, un lugar donde muchos creen que solo se encuentra el escudo del Betis.

El Sevilla, el vecino y eterno rival, y ganador de 7 copas de la Europa League,también ostenta un mosaico en la zona, aunque curiosamente, decian ser menos conocido que el de los seguidores de Heliópolis, perola realidad ha demostrado que no es asi. En este mosaico, aunque también representado de manera esquemática, se aprecia la distintiva forma del escudo y las barras que componen su parte inferior. No obstante, en esta ocasión, las barras se forman con los tonos grises, blancos y negros de las piedras de la plaza, en lugar de los tradicionales rojo y blanco. Este escudo también tiene sus raíces en la década de los años 30, pero la historia cuenta que fue el jefe del maestro albañil que había creado el escudo del Betis quien le solicitó que realizara algo similar con el escudo sevillista.

Por otro lado, descubrir el escudo del Sevilla tan cercano al del Betis, en un lugar emblemático de la ciudad como la Plaza Nueva, es un testimonio adicional de la ardiente pasión por el fútbol que impregna cada rincón de la capital hispalense.

Da la impresión de que la ciudad se empeña en preservar la memoria de estos dos equipos de fútbol contra la erosión del tiempo. Aunque la piedra es efímera, como todo lo que afecta a los seres mortales en este mundo, posee una durabilidad más sólida, ya que las piedras son el enlace que conecta civilizaciones, eras y acontecimientos.

Este fenómeno es sumamente curioso, ocurrido en silencio por el artífice encargado de trazar los intrincados arabescos que adornan las amplias baldosas de la Plaza. Es un homenaje discreto pero elocuente al equipo que le despierta su pasión.