Indice
- Un breve recorrido historico por la calle
- Donde se encuentra ubicada esta calle, para los desconocidos
- Calle Espaderos, su origen
- Entonces… cual es su origen?
- Y aqui..LA TETRICA Y TRAGICA LEYENDA
- El panico y desesperacion de las familias.
- Sin pistas, miedo sin control
- El misterioso desconocido que ayudo al desenlace
- Por fin, el culpable
- La calle mas inmortalizada de Sevilla
Uno de los relatos que impactaron profundamente en Sevilla fue por la terrorífica naturaleza de los sucesos, convirtiéndose en una leyenda inolvidable.
Un breve recorrido historico por la calle
Sevilla, conocida por su rica historia, nos ofrece un paseo inolvidable por su centro, donde se alzan monumentos emblemáticos como el majestuoso Real Alcázar, la imponente Catedral y su icónica Giralda. Sin olvidar el famoso y encantador barrio de Santa Cruz. Sin embargo, más allá del casco histórico, nos sorprende una calle de renombre en toda la ciudad, que combina historia, leyendas y la modernidad actual. Es sin duda una zona comercial imprescindible para los visitantes. Allí encontraremos comercios centenarios que, aunque han sido restaurados, aún conservan la esencia y fachada de tiendas antiguas. Un ejemplo es la confitería La Campana, presente desde 1885, junto a otros establecimientos como la Papelería Ferrer (1856), la Relojería el Cronómetro (1901) y la Sombrerería Maquedano (1910).
Durante la Semana Santa, la calle Sierpes late con intensidad y se convierte en uno de los epicentros de la ciudad, ya que por sus adoquines transitan todas y cada una de las hermandades que realizan su solemne recorrido hacia la Santa Iglesia Catedral.
Donde se encuentra ubicada esta calle, para los desconocidos
La icónica calle Sierpes, con aproximadamente 350 metros de extensión, inicia su recorrido junto a la histórica Confitería La Campana, cuyas puertas se abrieron por primera vez en 1885, ubicada en la calle de La Campana. Su trayecto se extiende hasta la animada plaza San Francisco, donde se encuentra el imponente Ayuntamiento de Sevilla. Sin duda, la calle Sierpes es uno de los destinos comerciales más concurridos de toda la ciudad, pero no podemos pasar por alto a su paralela, su hermana gemela: la reconocida calle Tetuán.
Calle Espaderos, su origen
La famosa calle Sierpes guarda un interesante secreto: ¿sabías que no siempre se denominó así? En épocas de reconquista, esta arteria urbana llevaba otro nombre: Espaderos. ¿A qué se debía esta denominación? Cuando Fernando III reconquistó la ciudad, el gremio de espaderos se estableció en esta zona, otorgándole su nombre original. Estos hábiles artesanos ocupaban la calle con sus talleres, y además tenían su hospital y hermandad en ese lugar. Fue gracias a su influencia y presencia que la calle adoptó inicialmente el nombre de Espaderos.
A finales del siglo XV, en una época en la que Granada aún tenía un rey nazarí y el gran viaje de Colón no había tenido lugar, la calle Espaderos de Sevilla y sus alrededores se envolvían en una atmósfera sombría, cargada de misterio. Los motivos que dieron origen a esta reputación maldita serán revelados a continuación.
Con el transcurso del tiempo, la calle fue ganando popularidad entre los habitantes y, poco a poco, el nombre de “la sierpe” empezó a resonar en boca de la gente. Finalmente, este apelativo se consolidó hasta que, de manera oficial, se decidió cambiar el nombre por completo a calle Sierpes,
Entonces… cual es su origen?
El origen del nombre de esta calle es un enigma sin resolver, pero existen diversas versiones que intentan explicarlo. Entre ellas, destaca una leyenda que circula desde hace años. Además, sin necesidad de realizar una exhaustiva investigación, se pueden encontrar al menos seis teorías que han sido propuestas y respaldadas, en mayor o menor medida, por historiadores y escritores a lo largo del tiempo.
- La primera versión registrada sobre el origen del nombre la encontramos en la obra del siglo XVI titulada “Historia de Sevilla” de Luis Peraza. En dicha obra, se relata que en el centro de la calle existía un mesón donde, sobre la barra, se exhibía una quijada de serpientes colgando. Según esta narración, es precisamente de este detalle peculiar que la calle toma su nombre.
- En el cruce de la calle Sierpes con la calle de Rioja solía estar ubicada la antigua Cruz de Cerrajería, la cual ahora puede apreciarse en la plaza de Santa Cruz. Este peculiar hallazgo fue creado por el gremio de cerrajeros, quienes dominaban este lugar en tiempos pasados. La cruz, conocida como la Cruz de Serpientes debido a las figuras de estos reptiles que la adornaban, ha sido señalada por muchos como la responsable de la denominación de la calle Sierpes.
Algunos historiadores y escritores del S. XIX como D. Luis Montoto sostienen que su denominación proviene de un caballero llamado Alvaro Gil de la Sierpe, quien se estableció en esta calle tras la reconquista de la ciudad. Según esta versión, el nombre de la calle estaría ligado a la presencia y residencia de este caballero en la zona.
Hay otros que atribuyen el nombre de la calle Sierpes a una antigua botica que hacía de barbería, ya que la sierpe era un símbolo que utilizaban los desangradores.
Una versión más reciente, propuesta por Próspero Merimée en el siglo XIX, relaciona metafóricamente el nombre de la calle con su característica forma serpenteante, la cual se cree que se debe a su antiguo origen acuífero. Esta interpretación, considerada la versión más creible, ha perdurado a lo largo del tiempo y es la que ha prevalecido hasta nuestros días.
- Incluso hay una leyenda que ofrece una explicación para este nombre y que te cuento a continuacion.
Y aqui..LA TETRICA Y TRAGICA LEYENDA
Se cuenta una leyenda macabra que se remonta a finales del siglo XV, cuando comenzaron a ocurrir misteriosas desapariciones de niños, quienes simplemente se esfumaban sin dejar rastro, lo cual generó todo tipo de especulaciones y conmoción en la ciudad.
En aquel tiempo, los niños desaparecían en circunstancias desconcertantes: algunos eran sustraídos en plena noche de sus propias cunas, mientras que otros simplemente se esfumaban al atardecer, sin regresar a sus hogares tras sus juegos diarios. Desaparecían sin dejar rastro, sin que nunca más se supiera de ellos, ni vivos ni muertos.
La ciudad se vio envuelta en una oleada de pánico, propagándose innumerables rumores. Ante la creciente cantidad de casos de niños desaparecidos, era necesario encontrar una explicación para tan desafortunados sucesos. Algunos afirmaban que los niños eran raptados por judíos para sus sacrificios, parodiando la crucifixión de Cristo. Otros aseguraban que eran bandidos moros quienes los robaban de los palacios del rey de Granada para convertirlos en esclavos. También se decía que piratas turcos, disfrazados como mercaderes, remontaban el río Guadalquivir para llevarse a los niños y venderlos en los mercados del Gran Sultán de Constantinopla.
El panico y desesperacion de las familias.
Estos acontecimientos desataron un profundo temor en las madres, quienes, preocupadas por la posibilidad de perder a sus hijos, caían presas de la desesperación y la locura. Con el corazón en un puño, llevaban a sus pequeños pegados a sus faldas en todo momento y los arrullaban en sus brazos mientras dormían, temerosas de que algo pudiera sucederles. El miedo se apoderó de ellas, llevándolas al borde de la locura ante la incertidumbre de lo que pudiera depararles el futuro.
Sin pistas, miedo sin control
La situación era tan tensa que el asistente de la ciudad en aquel tiempo, Alfonso de Cárdenas, se veía imposibilitado de transitar por la zona,. pues rápidamente una multitud de personas lo rodeaba e increpaba.
Las autoridades se encontraban desamparadas, sin ninguna pista que seguir para investigar la misteriosa ola de desapariciones. Los rumores se propagaban sin control, y la ciudad temía una revuelta si no se encontraba una solución pronta a la inquietante desaparición de los niños.
Ante el creciente pánico que se apoderaba de las familias, Don Alfonso de Cárdenas tomó la determinación de actuar y dar con el enigmático “Flautista de Hamelín” sevillano que se llevaba a todos los niños. Con valentía y determinación, se propuso resolver el misterio y poner fin a la angustia que asolaba la ciudad.
El misterioso desconocido que ayudo al desenlace
En breve, Don Alfonso de Cárdenas recibió una misteriosa carta de autor desconocido. En ella, se le prometía revelar la identidad del responsable de las desapariciones y robos de niños a cambio de su propia libertad. El remitente resultaba ser un fugitivo, por lo que se negó a proporcionar su nombre. Esta situación planteaba un dilema para el asistente de la ciudad, quien debía sopesar la posibilidad de obtener información crucial a costa de liberar a un criminal sin identificar.
Al estampar su firma en el acuerdo, se descubrió que el esclavo en cuestión era Melchor de Quintana y Argüeso, un estudiante brillante de Letras proveniente de los Estudios de Osuna, la tercera Universidad de España. Resultó que Melchor se había alzado en rebeldía contra el Rey y, desde entonces, era un fugitivo que escapó de los calabozos de la Cárcel Real valiéndose de las antiguas cloacas. Fue mientras intentaba desesperadamente huir por aquellos laberintos estrechos cuando se topó con el responsable detrás de las desapariciones infantiles.
Melchor afirmaba haber dado con el responsable de las desapariciones de los niños, pero tenía una condición para revelar la información: deseaba recobrar su libertad y vivir sin temor en las calles de la ciudad. Era su palabra lo que estaba en juego, y a cambio de revelar la verdad, anhelaba volver a ser un hombre libre, sin ataduras ni miedos que lo persiguieran.
Bajo la guía de Melchor, Don Alfonso fue conducido hacia el culpable. Juntos, se adentraron en la calle Entrecárceles y penetraron en el imponente caserón de la Cárcel Real. Avanzaron hasta el calabozo donde Melchor había sido encarcelado y, valiéndose de las cloacas, se internaron en un lugar donde se cruzaban varias galerías subterráneas. Pronto, se encontraron en la antigua y abandonada cloaca romana de la ciudad, que ahora servía como refugio para todo tipo de alimañas.
Por fin, el culpable
En ese instante, Melchor declaró: “Aquí está el ladrón y asesino de niños”. Alzando su antorcha para iluminar, mostró a los acompañantes el cuerpo de una monstruosa criatura que, al principio, semejaba un cocodrilo o un dragón, pero que luego reconocieron como una temible serpiente de aspecto intimidante. El animal se ocultaba bajo la ciudad, de igual manera que lo había hecho Melchor, ¡y se había alimentado de los niños desaparecidos!
Así es, una gigantesca serpiente, de dimensiones comparables a las de un hombre y con más de 20 pies de longitud, descansaba con una daga clavada en su cuerpo. Fue el mismo Melchor quien puso fin a la vida de esa siniestra criatura condenada. Con valentía y destreza, hizo justicia acabando con el monstruo responsable de sembrar el terror y llevarse a los niños inocentes
Uno de los alguaciles, portando su arma, reconoció la galería y confirmó que, sin duda alguna, era aquella enorme bestia la responsable de los secuestros infantiles. Había visto restos de niños en el suelo, evidencia de que la serpiente se adentraba en las casas a través de otras cloacas. El escalofriante hallazgo confirmaba las terribles sospechas y dejaba al descubierto la macabra realidad que había aterrorizado a la ciudad durante tanto tiempo.
La serpiente fue expuesta en plena calle, y rápidamente el rumor se extendió por toda la ciudad de Sevilla. Las personas acudían de todos los barrios para presenciar el asombroso espectáculo en la calle de la “sierpe”. Con el paso del tiempo, la leyenda se volvió tan icónica que el nombre quedó arraigado para siempre, relegando al olvido el antiguo nombre de Espaderos. Hoy en día, todos conocemos esta emblemática calle por su nombre actual, manteniendo viva la memoria de aquel suceso que marcó la historia de la ciudad.
Don Alfonso cumplió su palabra dada a Melchor y le comunicó que estaba en libertad para ir a donde deseara. Le sugirió que antes pasara por la Casa Consistorial, donde le ofrecerían la posibilidad de empleo en caso de que quisiera quedarse en Sevilla, o incluso le proporcionarían los recursos necesarios para regresar a su pueblo si así lo prefería. Melchor, agradecido por la oportunidad brindada, decidió aceptar la generosa oferta y encaminó sus pasos hacia la Casa Consistorial para explorar las posibilidades que se le presentaban.
La leyenda cuenta que Melchor Quintana decidió establecerse en Sevilla, donde encontró un puesto de gran honor y respeto en la sociedad. Su valentía y talento como poeta le valieron el reconocimiento de todos, y especialmente de las mujeres, que lo admiraban profundamente. Con el tiempo, Melchor contrajo matrimonio con la hija de Alfonso de Cárdenas, lo que fortaleció aún más su posición en la ciudad. Así, la historia de Melchor de Quintana se convirtió en un ejemplo de superación y éxito, dejando una huella imborrable en la memoria de Sevilla y en el corazón de aquellos que escuchaban su relato.
La calle mas inmortalizada de Sevilla
La calle Sierpes ha sido inmortalizada por numerosos escritores que la han convertido en escenario de sus obras. Entre ellos se destacan Cervantes en su obra “El rufián dichoso”, Tirso de Molina en “El Burlador de Sevilla”, Alejandro Dumas, Camilo José Cela, Rubén Darío, Pío Baroja, Luis Montoto y Antonio Burgos, quienes han dedicado detallados pasajes a esta emblemática vía en sus obras literarias. A través de sus escritos, estos talentosos autores han capturado la esencia y el encanto de la calle Sierpes, contribuyendo a su legado literario y cultural en la ciudad de Sevilla.
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Y RECUERDA, si te ha gustado, nos vendria genial que nos puntuaras, que le dieras un me gusta y si lo crees conveniente compartas esta leyenda a tus amigos y conocidos, que seguro que les gustara tambien!!
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